Residencia de Fraga: la vida en un hogar cerca de casa

La mañana empieza temprano en la nueva Residencia Comarcal Bajo Cinca. Hay que preparar la mesa, el desayuno, hacer las camas… «lo que se hace en cualquier casa», resume Reyes. Ella es una de las seis personas que desde enero han iniciado un proyecto de vida independiente en las nuevas viviendas de Valentia en Fraga junto a Carlos, Eduardo, Pablo, Juan Carlos y Manel. Parten con ventaja, dicen ellos mismos, porque se conocen desde hace mucho tiempo. Y es que los seis son usuarios del Centro Ocupacional de Valentia en Fraga y ahora, además, compañeros de piso.

«Desde principios de este año, el equipo de monitores y usuarios trabajamos de forma conjunta para que la nueva Residencia se convierta en un hogar», explica Hortensia Nicolás, la directora de la nueva Residencia Ocupacional Comarcal Bajo Cinca de Valentia. Un proyecto que surgió de la demanda histórica de las familias, que anhelaban una vida más autónoma e independiente para sus hijos pero también con la seguridad que ofrece la supervisión, atención y apoyo constante de los profesionales de Valentia.
La cesión de unas antiguas viviendas, rehabilitadas «con todo lujo de detalle» según nos cuenta Juan Carlos, y la concertación de plazas por parte del Gobierno de Aragón ha permitido ofrecer un servicio del que hasta ahora Fraga y la comarca del Bajo Cinca carecí­an. «Para nosotros es una experiencia muy buena. Ahora hacemos cosas que nunca habí­amos hecho, disfrutamos de nuestro tiempo libre y decidimos lo que queremos hacer», explicaba Carlos en nombre de todos sus compañeros en la inauguración de la Residencia Bajo Cinca de Fraga el pasado 18 de abril.

«Lo que me gusta de la Residencia es todo»

Como todos los inicios, los primeros dí­as en la Residencia fueron los más duros. Pablo confiesa que pensaba que serí­a difí­cil: «toda la vida con tu familia y ahora cambiar…». Dudas que compartí­a con Carlos. Asegura que «tení­a la ilusión de venir a vivir aquí­, pero me costaba alejarme de mi madre… «Me sentaba mal dejarla sola». Sin embargo, entre él, que va los fines de semana a casa y su prima, vecina de la casa familiar, su madre está atendida. Y tranquila de saber que Carlos está en buenas manos y feliz. Es difí­cil plasmarlo mejor que con sus propias palabras: «lo que me gusta de esta nueva vida es todo». Una impresión que comparten de forma espontánea casi todos ellos.

En esta nueva etapa, los seis pioneros están aprendiendo, realizando tareas que nunca habí­an hecho. Están descubriendo todas sus capacidades – muchas más de las que ellos mismos podí­an imaginar- y ganando en autonomí­a e independencia. «Nunca habí­a puesto la lavadora», dice uno de ellos; mientras que para otros la novedad es ir a la compra, limpiar el polvo o hacer su propia cama.
No es el caso de Juan Carlos, que viví­a solo desde hace ya dos años y estaba acostumbrado, por ejemplo, a cocinar. «No como un experto, pero me defiendo», explica orgulloso. Sin embargo está a gusto en este nuevo hogar; feliz de poder compartir con sus compañeros una de sus especialidades: la jardinerí­a. «Me encargo del césped, de cuidar las plantas y ahora estamos pensando en qué hacemos con una tomatera que nos han traí­do», dice pensativo.

«A cien metros de casa de mis padres»

Una de las fortalezas de este proyecto de vida independiente es en la cercaní­a de los usuarios con sus familias. Garantiza la tranquilidad de los padres pero también una total confianza para ellos mismos. Aquí­ pueden estar en contacto permanente con sus familiares y su entorno más cercano.
No en vano Reyes pasa los fines de semana en casa de sus padres . Confiesa que es a su padre a quien más le cuesta verla construir su propia vida en un nuevo hogar. Y eso que las casas distan poco más de 100 metros. No es la única. Muchos de ellos pasan alguna noche del fin de semana con sus familiares; salen a tomar algo con sus antiguos vecinos o a tomar un café con su hermana. También a ver el partido de baloncesto de su sobrino. Es el caso de Carlos, que asegura que no se pierde ni uno.
También entre ellos han estrechado lazos. Y aunque no esconden que a veces la convivencia es difí­cil- «¡cómo en todas las casas!», exclaman- comparten momentos de ocio, salen a pasear o a disfrutar juntos de cualquier actividad, como la fiesta de La Faldeta de la semana pasada, que no se perdió ninguno de ellos.

Esfuerzos que dan resultado

A Horten, como la llaman todos, la puesta en marcha de este proyecto le ilumina la mirada. «Hemos querido mejorar la calidad de vida de nuestros usuarios desde todos los puntos de vista», explica emocionada. Para ella y el equipo de Valentia en FragA es tan importante el bienestar fí­sico como el emocional. Un equipo que ha crecido precisamente a raí­z de este programa con la contratación de cuatro nuevos monitores que viven con ellos en diferentes turnos,
Explica que «en este aspecto es fundamental la autonomí­a que están ganando. La capacidad de decidir sobre las normas de convivencia, conocer sus derechos, repartirse las tareas domésticas…. O tener que administrarse la nominilla que reciben por su trabajo diario en el Centro Ocupacional de Fraga».
Y lo resume de una manera con la que es fácil sentirse identificado: están haciendo un esfuerzo y están viendo los resultados. Si es posible medir la satisfacción del trabajo bien hecho, Reyes, Pablo, Manel, Carlos, Eduardo, Juan Carlos y también Horten, batirán todos los records. ¡Enhorabuena pioneros!
 
 


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