Josan Rodrí­guez: La vida con otras capacidades y grandes dosis de optimismo

El 28 de julio de 2007 marcó un antes y un después en la vida de Josan Rodrí­guez. Tení­a entonces 31 años y trabajaba como camionero. Ese dí­a, en las puertas de la discoteca Manhattan de Huesca, perdió las piernas y la vista en un accidente. Otro camino comenzó en ese momento para él. Casi doce años llenos de aprendizajes que han cristalizado en un libro autoeditado, «El equilibrista. Otra forma de caminar», y múltiples charlas en centros educativos.

Contar su historia, algo que empezó como una terapia personal, sirve ahora para ayudar a otros. Como escritor y conferenciante, contagia optimismo y ganas de vivir. Recientemente, fue invitado a la escuela taller de la Fundación Asistencial Valentia Alma Commerce, donde jóvenes con discapacidad intelectual reciben preparación laboral en comercio y almacén. Con motivo de su visita, hablamos con Josan sobre su experiencia de superación, su contacto con el mundo de la discapacidad y su mirada hacia el futuro.

Han pasado casi doce años desde el accidente. ¿En todo este tiempo ha ido cambiando tu forma de ver aquel momento?

Todo va evolucionando, sí­. Por un lado, está el tema de la edad. No es lo mismo tener 31 años que 43. Queramos o no, vamos cambiando. Por otro, aceptar lo sucedido ha sido un proceso. Terminar el juicio significó un punto y final para mí­. Y es cierto que en mi vida sigue habiendo una conexión con el accidente porque he escrito un libro, voy a dar charlas, sigo hablando de ello todas las semanas»¦ Pero hablo de una forma diferente, como a quien le preguntan cómo fueron sus estudios en la universidad, por decir algo. Cuento lo que he pasado sin ningún dramatismo hacia mí­ ni ninguna nostalgia a nada. Es, simplemente, una experiencia que cuento.

Una experiencia que está ayudando a otras personas.

Sí­ y es una gran satisfacción recibir el agradecimiento de la gente. Hoy mismo una chica que compró el libro me ha escrito al email que aparece en la solapa agradeciendo lo que le habí­an aportado la charla y el libro. Que habí­a reí­do, llorado»¦ ¡pero llorado de risa! Le habí­a gustado. Fí­jate, yo lo escribí­ pensando que iba a ser para mis amigos cercanos y mi familia y al final, está siendo para mucha gente. A pesar de ser un libro autoeditado y de no tener distribuidor ni nada, llevo ya 2.500 ejemplares vendidos»¦ Es genial.

¿Por qué crees que ayudas a tanta gente?

Quizás porque todos en más de un momento vamos sin riendas en la cabeza»¦ Cuando lees una historia verdadera de alguien que ha perdido las piernas y la vista y sigue con cachondeo, a pesar de tener sus ratos malos como cualquiera, se te quita mucha tonterí­a. Si el culo está gordo o flaco, si tienes pelo o no tienes pelo, la nariz larga o corta»¦ Esas cosas se abandonan y se valoran otras.

Algo importante para ti es disfrutar del momento.

Ya lo decí­an nuestras abuelas: «œa ver si estamos en lo que se celebra». Es una frase que repito mucho. Me gusta. La clave está en parar la cabeza. Si hago de comer y estoy pensando en lo que tengo que hacer después, no disfruto de cómo corto la zanahoria o la cebolla, de su olor, de su tacto»¦

¿Cómo te ha afectado la pérdida de visión? ¿Vives ahora más intensamente la música, una de tus grandes pasiones?

Una vez leí­ que la vista nos da el 80% de la información que enviamos a nuestro cerebro, ¡el 80%! Imagí­nate cuando yo pierdo ese 80%… Los otros sentidos estaban ahí­ pero eclipsados por la vista. Ahora siento más la brisa en mi piel, el sonido de los pájaros de fondo, de un tractor a lo lejos en el campo… Con la música, la experiencia también es más intensa. Es curioso pero cuando hacemos lo que más nos gusta, ya sea comer un pastel, subir un pico, abrazar a un amigo que hace tiempo que no ves, besar»¦ tendemos a cerrar los ojos. Así­ sentimos más.

A raí­z del accidente, se han cruzado en tu camino nuevos proyectos relacionados con el mundo de la discapacidad. ¿Cómo estás viviendo esta experiencia?

Tengo la suerte de formar parte de un bonito programa de radio que se llama «œLos Bandidos de la Hoya», a través del cual nos reunimos personas con diferentes tipos de discapacidad de Huesca. Estas personas me han aportado y me aportan muchí­simo, lo cuento en el libro. Un mexicano me dijo una vez al llegar a un aeropuerto: «œacabo de recibir al señor con otras capacidades». Me encantó y lo copié. Tenemos otras capacidades.

josan rodriguez charla

¿Qué te ha aportado, en concreto, la convivencia con las personas con discapacidad intelectual?

He presenciado algunas situaciones entre ellos que me han encantado. La ayuda que se prestan unos a otros, cómo se cuidan. He flipado, por ejemplo, con personas con sí­ndrome de Down que lloran al despedirse cuando llega el verano porque no van a verse durante quince dí­as. Son todo corazón»¦ Pero me gustarí­a profundizar y conocer mejor esta discapacidad. Tengo un carácter muy bromista e irónico y no sé hasta dónde puedo llegar con mis bromas. Poco a poco voy aprendiendo a relacionarme con ellos.

¿Qué nota le pondrí­as a Huesca en accesibilidad?

Por suerte, va sumando cada vez más nota. De cuando yo empecé a moverme en silla de ruedas a ahora el cambio es grandí­simo. Cada año se han hecho rebajes en dos o tres calles. Aunque siempre se puede mejorar. Sobre todo, en el tema de los establecimientos. Por ejemplo, no tenemos ningún pub en Huesca con baño adaptado y entrada accesible. También tenemos derecho a irnos de copas.

¿Cómo ves el futuro?

Hoy es el futuro, como dirí­a Evaristo [rí­e]. Me gustarí­a que nos fuéramos quitando egoí­smo todos. La realidad es que cuando no tenemos el problema no lo vemos. Y también nos tenemos que mover más las personas con discapacidad por colegios, institutos, por diferentes sitios para que se nos vea. Ahora es muy normal ir a un concierto y ver una silla de ruedas pero antes era muy difí­cil de ver. Estábamos todos encerrados. Espero que vayamos a mejor pero tenemos que poner de nuestra parte todos y en especial, las personas con discapacidad, que somos los más necesitados.


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